Zorra a la brasa con salsa de aloe
Tómese una zorra de tamaño mediano (unos cincuenta y cinco kilos) y piel clara y déjese al sol durante unas cinco horas, a ser posible en un pueblo perdido de La Mancha profunda. Al cabo de ese tiempo la zorra ya estará color quisquilla y tendrá un ligero dolor en las zonas que más hayan sido expuestas. Si la exposición ha sido regular, probablemente el dolor se sitúe en la zona de la espalda. Para la preparación propiamente dicha necesitamos unas manos suaves y una buena cantidad de gel de aloe vera. Cogiendo un puñado de gel con las manos y repartiéndolo sobre ellas, proceda a untar bien la espalda de la zorra. Si el dolor de la zorra lo permite, aproveche la untuosidad del gel para hacerle un masaje. Si el dolor es más fuerte, limítese a esparcer el gel con delicadeza. Repítase la operación tantas veces como sea necesario, hasta que la zorra esté caliente. Si la zorra se ha dormido, despiértela con mimo. Esta receta debe servirse rápido y comerse bien caliente (si se enfría, la carne pierde su ternura).
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