Cuento de Navidad
La niña salió de casa con sus mejores galas, dispuesta a ganarse la cena de Nochebuena. Se puso en la esquina de siempre, esperando a que alguien se le acercara con los ojos manchados de lujuria. Pero ese día todos los pervertidos estaban en sus casas, haciendo de padres de familia o de hijos modelo. Ninguno vagaba por las calles en busca de niñas. Así que la niña se quedó en la esquina, pasando frío, mientras sus clientes habituales representaban su papel. El frío y la noche le cerraron los ojos, y la niña se quedó dormida sobre la acera. Y soñó. Soñó que podía controlar su vida. Soñó que podía controlar su cuerpo. Soñó que no tenía que venderse para sobrevivir. Y en el sueño lloró. Y sus cálidas lágrimas cayeron sobre la nieve fría y la derritieron. Y la nieve derretida empapó sus ropas. El hielo hizo presa de su cuerpo y se la llevó. Y sus clientes no supieron qué se había hecho de esa niña dulce que les vendía su cuerpo por unas monedas. Nadie lloró por ella, y su cuerpo no volvió a ser de nadie. La cena de Nochebuena se quedó fría en la mesa.
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